Aunque resulte quizás un poco tópico, si este blog tiene un propósito principal ese es compartir y combatir nuestra soledad. Posiblemente una de las cosas que más sienta y, al mismo tiempo, menos nombre un bipolar sea su soledad. Y es una soledad atroz. Estamos solos en nuestra euforia (qué palabra tan mal interpretada) y también en nuestra depresión, estamos solos siempre 🙁
Por otra parte, el trastorno bipolar se podría definir como «la enfermedad de las recriminaciones. Y es que cuando estamos en fase maníaca siempre nos dicen cosas del tipo «no hagas eso», «¿dónde vas ahora?», «acuéstate»… y en plena depresión no nos libramos del «levántate de la cama ya», «sal a la calle», «anímate y haz algo»…
Normalmente, cuando nos encontramos en pleno episodio, la vida nos viene muy grande, expresarnos nos resulta muy difícil y nuestro dolor nos supera. Además, el control sobre nuestra mente está cuando menos muy limitado. En estos casos, al menos en la fase maniaca, a menudo sentimos que los demás no nos comprenden en absoluto o solo lo hacen algunas personas escogidas, mientras que a ojos de los demás nuestra razón se halla, por decirlo así, «de vacaciones», o peor: somos «otra persona».
En las fases depresivas, la situación no mejora mucho. Es cierto que desaparece el «peligro social» que parece (solo parece) tener la euforia maniaca, pero las sensaciones, al menos para nosotros, son mucho peores. Una gran bola negra nos envuelve y sentimos que no vamos a poder librarnos nunca de ella…
En ocasiones he dicho que es muy difícil tratar a un bipolar. Pero afortunadamente cada vez hay más personas que, aun conscientes de esa dificultad, desean intentarlo. A ellos les diré que lo más importante es empezar por preocuparse por cómo nos sentimos. Un bipolar en fase maníaca probablemente muestre una cara alegre y tenga una actitud eufórica, pero hay síntomas en su comportamiento que indican que las cosas no van del todo bien. Sin embargo, en la fase depresiva, el propio afectado no tendrá dificultad alguna en reconocer lo mal que se encuentra.
Lo importante es tener en cuenta que los bipolares, al menos en los periodos en los que se agudiza y se hace evidente la enfermedad, vivimos en un completo estado de incomprensión, un estado que se traduce por nuestra parte en aislamiento e incomunicación. Y, como ocurre con la gran mayoría de los trastornos mentales, lo que menos necesitamos es esta soledad que, lamentablemente, nosotros mismos propiciamos.
La dificultad con los bipolares, sobre todo en la fase maníaca, es que necesitamos atención casi permanente, porque precisamos una cierta «supervisión», puesto que nuestro comportamiento suele ser a menudo bastante extraño. Y es que un bipolar en estado maníaco no debería estar solo mucho tiempo, porque puede hacer «tonterías» de las que después probablemente se arrepentirá. O quizá no, pero como nuestra percepción de la realidad está muy alterada en esos momentos (literalmente «no somos nosotros», según dicen los que nos conocen) es muy probable que nuestro comportamiento también lo esté. Además, como inconveniente para facilitar esa atención de los demás, la manía nos brinda una energía desbordante que por lo general nuestros seres queridos no son capaces de igualar o acabarían agotados. En resumen, en esta fase resultamos una carga enorme para las personas cercanas, que muchas veces acaban teniendo que recibir tratamiento psicológico e incluso medicación para superar el estrés que nosotros les generamos.
No obstante, en este punto considero conveniente repetir que la alteración maníaca (aunque la llamemos locura, ya que en muchos casos lo es, si bien suele remitir con relativa facilidad) no encierra peligrosidad alguna para los demás. No me canso de insistir en esto, porque es la cosa que más asusta a los que no están familiarizados con el trastorno. Pero lo cierto es que en el remoto caso de que un bipolar llegue a ser peligroso, lo más probable es que lo sea solo para sí mismo.
La depresión, compañera inevitable, es exactamente el polo opuesto a la manía. Donde antes había excitación, ahora hay laxitud, el silencio sustituye a la palabra y la euforia es reemplazada por la tristeza. Lo normal es que dure mucho, varios meses, un tiempo infinito para el que la sufre. Aunque sea mucho más «silente» que la manía, los riesgos de esta fase son, sin duda, muy graves y el suicidio siempre planea como una nube oscura sobre el bipolar deprimido.
En fin, después de lo que he dicho comprenderás que la mejor manera de luchar contra el trastorno bipolar (además de contar con un buen psiquiatra y con la medicación adecuada) es, sin duda, tener un núcleo familiar comprensivo y atento y unos amigos que nos quieran y que aguanten el tirón. Y es que, como muchas otras enfermedades, esta también se cura con amor (y pastillas), pero sobre todo con amor (y pastillas) 🙂
ayúdenme me siento solo con depresión y me quiero suicidar no aguanto vivir asi quiero dejar de respirar dejar este mundo siento que no valgo nada ya no tendré mas tiempos de felicidad gracias a mis problemas gracias a mi bipolaridad gracias a mis amigos gracias a la gente que nunca me escucho.
Buenas tardes, Santiago.
Quizás no sirva para mucho pero, como ves, al menos yo te escucho (y estoy seguro de que no soy el único) y créeme que si no te comprendo, al menos intento hacerlo con toda mi voluntad.
Es obvio que estás en un momento horrible e intuyo que no es la primera vez que pasas por una situación así. Siento tu dolor y empatizo contigo totalmente, estate seguro.
Pero me pides ayuda y quiero dártela de la mejor manera que sé. Déjame que te diga dos cosas qie creo que son imprescindibles: primero, que si no tienes un tratamiento para la depresión que te este funcionando (y no parece que lo tengas en este momento), vete a las Urgencias de Salud Mental o llama a tu psiquiatra esta misma tarde, no te lo pienses ni un minuto. De verdad. Tu sufrimiento es una urgencia, te lo aseguro. No le regales ni un día más a tu dolor.
La segunda cosa es que te grabes a fuego que saldrás de esto. No será fácil ni rápido pero saldrás, encontrarás fuerza y saldrás. Este confinamiento no es el mejor momento para disfrutar de la vida pero, precisamente por eso, puedes tomarte este tiempo de parón vital para cuidarte y curarte, para permitirte que tu cabeza vuelva lentamente a funcionar. Y recuerda que no estás solo, que jamás estarás solo, que siempre habrá alguien que te quiera y a quien le importes. La noche es oscura, pero amanecerá, no lo olvides, Santiago.
Un abrazo muy fuerte.
Carlos.
Quisiera tenerlos de amigos me siento solo en todo esto
Hola, Julián.
¿Qué puedo decirte? Claro que me tienes de amigo. Te aseguro que yo también sé lo que es sentirse solo con el TAB y lo que es perder amigos, parejas, trabajos… Pero también sé que hay vida más allá de esto y que lo que hay que hacer es tratar de ser más listo que la enfermedad para que esta no te pille desprevenido. A día de hoy, con tratamientos y terapias adecuados esto se puede conseguir, aunque es verdad que esa soledad de la que hablas no te la quita nadie. Escríbeme siempre que quieras y si te apetece coméntame tus dudas o las cosas que te inquieten. Seguro que entre los dos son más fáciles de resolver.
Un abrazo.
Carlos.
Yo también he perdido todos mis amigos, estoy intentando salir, pero todos mis errores me petsiguen cada dia, si no fiueta por mi marido y mis hijas me suicidaría.
Hola, Rosa.
La bipolaridad es una historia de sufrimiento y de pérdidas siempre. Si tienes a tu marido y a tus hijas ya tienes mucho sobre lo que construir, porque la familia siempre es el mejor apoyo. De todas formas, lo importante es que estés bien y que te cuides, porque si lo haces serás capaz de hacer nuevos amigos y de recuperar tu vida anterior. O, mejor aún, probablemente saldrás ganando, porque es evidente que los que decían que eran tus amigos resultaron no valer para mucho por lo visto.
Un abrazo muy fuerte, Rosa, y ¡ánimo!
Me llamo Martin. Me diagnosticaron en el 2004. Pero recién ahora estoy dándome cuenta de todo y COMO FUÍ DESTRUYENDO Y PERDIENDO TODO LO QUE TENIA. AMIGOS, FAMILIA, PAREJAS, HOGAR…estoy sin nada, sobreviviendo, subsistiendo, solo esperando que todo se acabe con mi muerte. Nunca me he sentido TAN SOLO.
Hola, Martín.
Qué triste es tu testimonio, aunque debo decirte que, por desgracia, me suena demasiado familiar. Esta enfermedad es tan cruel como dices y como decía yo en mi post. Pero no conseguimos nada lamiéndonos las heridas, es preciso luchar y seguir adelante. Sé perfectamente que lo que digo es muy difícil, que a veces se hace casi imposible, pero no hay otro camino.
Martín, yo lo que te sugiero es que no mires hacia atrás y no te regodees en lo que has perdido, sino que trates de recuperar lo que puedas (la familia suele ser recuperable, porque su amor suele ser incondicional, pero hay que buscarla con sinceridad, ya que a menudo están cansados de nosotros). Al mismo tiempo, sería bueno que trataras de estudiar tus posibilidades laborales, intentar buscar nuevos amigos o personas afines con las que puedas compartir alguna actividad, etc., y enfocaras tu visión hacia el futuro, porque aunque no te lo parezca, seguro que lo tienes. Créeme que si te lo propones saldrás de esta y vivirás una vida más que decente, pero insisto en que para conseguirlo tendrás que esforzarte. Para bien y para mal, depende de ti.
Déjame, por último, que te recuerde la importancia de la medicación, porque los fármacos adecuados podrán ayudarte a controlar el trastorno y hacer que estos sentimientos que ahora te embargan se atenúen y desaparezcan. Y si no lo tienes, busca un buen psiquiatra, estoy convencido de que obtendrás resultados positivos.
Ánimo, Martín, no dejes de luchar, te aseguro que, sea como sea tu vida, merece la pena vivirla. Y si miras bien, verás como no estás tan solo, ahí fuera hay personas que están esperándote.
¡Empuja más fuerte, Martín y no pares!
Un fuerte abrazo.
Hola…. Me llamo Vanessa…
No tengo la enfermedad pero tengo mi hermano menor que se la acaban de diagnosticar… Ha sido muy díficil ver los periodos de manía y luego de depresión y no saber qué hacer, y más cuando ambos somos médicos, acostumbrados a resolver las enfermedades de las personas (pero no en el ámbito de la salud mental). Todo lo que dices con respecto al núcleo familiar es cierto, y es muy duro ver desde fuera como se desmembra una familia por no saber lidiar con algo tan duro como esto.
Me pregunto si tendrás algún contacto directo para facilitarselo y que él vea que nos es el único que lo padece y que si se puede seguir adelante.
Esta yendo a terapia psicológica y está tomando medicamentos también.
De antemano te agradecería mucho
Hola, Vanessa.
Me dices que tu hermano y tú sois médicos.
Déjame que te pregunte: ¿Tu hermano no tiene una asistencia psiquiátrica adecuada? Ya sé que la pregunta es medio idiota, pero es que si no partimos de esa base no vamos a ninguna parte. Otra cosa es el tema de asumir psicológicamente el trastorno. En eso sí que os puedo ayudar.
No sé muy bien qué tipo de contacto me pides. Por mi parte te puedo brindar todo aquello que esté en mi mano, incluso si queréis conocerme a mí personalmente o comentar por teléfono o videoconferencia lo que deseéis.
Si quieres, escríbeme a carlos@yosoybipolar.com y me aclaras privadamente qué es lo que te gustaría conseguir. Si puedo, estaré encantado de ayudaros.
Gracias por tu comunicación, un abrazo muy fuerte y dile a tu hermano que hay vida más allá de esta enfermedad, te lo aseguro.
Hola
Yo con los años me siento más sola. Tú crees que te acostumbras a los insultos la poca empatía . Te aíslan somos un problema. Estoy cansadísima mi única compañía es mi perrito. Los demás se hacen los. Locos.
Incluso mi hermano mayor se suicido por ser bipolar. Aún ni tu propia familia se informa.
Te subestiman es gracioso a veces .
Hola, Gwendoline.
Cómo no comprenderte. La maldición de este trastorno, además de lo que podemos sufrir con las crisis, es precisamente el aislamiento que lleva aparejado, un aislamiento del que tenemos que intentar salir nosotros, porque de lo contrario nadie nos va a sacar. Es cierto que a veces, cuando estamos alterados, resultamos incómodos, somos molestos y hacemos cosas que en estado de eutimia no haríamos jamás. En las fases más o menos agudas de la enfermedad a menudo nos enemistamos con la familia, discutimos con los amigos —a los que dejamos o nos dejan de lado—, abandonamos o nos abandonan nuestras parejas… De repente, casi sin darnos cuenta , nuestra vida se derrumba y nos resulta superdifícil volver a ponerla en pie.
¿Hay alguna salida a esto? Yo creo que sí la hay pero, como te decía, la tenemos que poner nosotros. Debemos esforzarnos por recuperar el terreno perdido (aunque hay «terrenos» que no volveremos a recuperar jamás) y luchar por salir adelante y retomar relaciones, trabajos y, en general, nuestra vida. Ya sé que es difícil. Si te lo digo es porque lo he experimentado en carne propia. Pero también sé que se puede. Conozco a muchos bipolares que han rehecho sus vidas de manera bastante satisfactoria y hoy día viven una vida de calidad. Pero también los he conocido que se han suicidado. ¿La diferencia? Creo que es la voluntad y esa autoconfianza que muchas veces perdemos y que nos hace abandonar la esperanza. Porque, insisto una vez más, nadie va a venir a rescatarnos.
Un abrazo, Gwendoline.