Leonardo Da Vinci ¿bipolar?
Este post es una pequeña trampa para poner en cuestión cómo nuestro nivel de (des)información nos condiciona y al mismo tiempo hace que se desarrollen los estigmas sobre las enfermedades.
Verás: hace poco, en un video, por lo demás sin duda atractivo, grabado dentro de la iniciativa «Aprendamos juntos del BBVA» por Christian Gálvez, un presentador de televisión y divulgador español, este afirmó lo siguiente a propósito de la figura de Leonardo da Vinci: dijo que «era ilegítimo, iletrado, disléxico, bipolar y que padecía déficit de atención».
Sin ser un experto en el tema —que no lo soy en absoluto— y, por tanto, sin conocer la figura de Leonardo en profundidad, es decir, basándome en mis escasos conocimientos sobre el personaje histórico y el gran artista y hombre polifacético que fue y, por otra parte, en mi experiencia como persona, me parece que esa sarta de afirmaciones —con todo mi respeto hacia el Sr. Gálvez— es absolutamente infundada.
En primer lugar, dice que Leonardo era iletrado. En fin, con esto a mí me da la risa. Me atrevo a decir que esta afirmación se debe pura y simplemente al desconocimiento del significado de la palabra: un iletrado no es otra cosa que un analfabeto, que a su vez, según nos dice la RAE, es alguien «que no sabe leer ni escribir» o una persona «ignorante, sin cultura». No me voy a tomar más molestias en rebatir esta afirmación: ahí están sus escritos.
A continuación, se apunta que era ilegítimo. No sé qué aporta semejante afirmación ni qué relación puede tener con la genialidad de Da Vinci. Es cierto que parece que fue un hijo extramatrimonial de un personaje relevante de Florencia, pero por ninguna parte se deduce que eso pudiera influir en su vida de una manera especial y, en cualquier caso, estigmatizante.
A continuación, a propósito de la dislexia, estoy seguro de que en su caso, si tal cosa hubiera existido, no indicaría tampoco nada, ni una evidente torpeza ni tampoco una especial inteligencia. Pero teniendo en cuenta que Leonardo dominaba la escritura especular, no parece que su «escritura rara» le supusiera un hándicap, sobre todo si tenemos en cuenta que sus escritos eran, por lo que yo sé, apuntes para su uso personal, no documentos que compartiera de forma habitual con terceros.
En el punto anterior ya me parecía muy aventurado el retrodiagnóstico del Sr. Gálvez, pero en este… Vamos a ver, si los médicos actualmente se las ven y se las desean para diagnosticar la bipolaridad de los vivos, dime tú qué lumbrera sin el paciente delante puede atreverse a emitir semejante juicio respecto de alguien que vivió hace quinientos años. Personalmente no quiero ni conocer al iluminado que lo haya hecho, miedo me da. Por lo demás, aunque la bipolaridad, como la mayoría de los trastornos psicológicos, haya existido toda la vida, no hay que olvidar que su descripción clínica es un invento reciente (y que sigue siendo conflictivo), y todavía es más reciente esta denominación, que sustituye a la primitiva de «psicosis maníaco-depresiva», de manera que para haber diagnosticado a nuestro genio habría que haber contado con testimonios, si no de médicos, cuando menos de personas muy cercanas que hubieran hecho descripciones precisas del «paciente» y, desde luego, que hubieran trabajado con una visión de futuro muy particular, pensando que algún día, cuando naciera la psiquiatría moderna (para o cual faltaban todavía cuatro siglos), alguien se interesaría en tipificar las presuntas taras del Sr. Da Vinci.
Respecto al TDAH, tengo que decir un poco lo mismo. Se trata de un trastorno tan difícil de evaluar sin el paciente delante que esta afirmación resulta más que gratuita. Por otra parte, el TDAH es un trastorno particularmente «moderno», es decir, que hace cuatro o cinco décadas era prácticamente desconocido, por lo que ni siquiera nadie hablaba de él. Por eso se confundía a menudo con otras deficiencias funcionales o simplemente con disfuncionalidades conductuales que con el tiempo iban evolucionando o se corregían por sí mismas. Por otra parte —y esto es una opinión personal— el TDAH es un problema «moderno» además porque estoy seguro de que a nadie le preocupaban en aquella época ni el déficit de atención ni la hiperactividad, porque existía mucha más aceptación de las particularidades personales que ahora, que vivimos en un mundo mucho más normativizado.
En resumen, y con todos mis respetos, las afirmaciones del Sr. Gálvez son tonterías, no tienen otro nombre. No entiendo qué se pretende calificando a Leonardo con estas afirmaciones: iletrado: bastardo, disléxico, bipolar, hiperactivo… No sé si se quiere afirmar que a pesar de estas dificultades (falsas o cuando menos indemostrables) llegó a donde llegó, o lo contrario: que lo hizo gracias a ellas. Tanto da. Si se nos quiere decir que todos podemos ser como Leonardo a pesar de que padezcamos esas condiciones, se nos está engañando vilmente, porque Leonardo ante todo era un genio y lo habría sido en cualquier caso debido a sus dotes espectaculares, y si lo que se pretende decir es que esas condiciones particulares actuaron positivamente es igualmente falso, porque dejando de lado el ficticio analfabetismo y la irrelevante bastardía, ni la dislexia, ni la bipolaridad ni el TDAH hacen más listo (ni más tonto) a nadie. Es cierto que son cosas que nos pueden complicar la vida, pero sin duda mucho más ahora que hace quinientos años, cuando se podía vivir con esos trastornos con mucha mayor facilidad y, sin embargo, eran hándicaps enormemente mayores la tartamudez o, simplemente, una pequeña cojera.
No me quiero extender más. Solo decir que el estigma surge del juicio y la calificación, que suelen ser paradójicamente hijos del prejuicio y la ignorancia. Si queremos desestigmatizar, normalicemos, no valoremos. No busquemos positividad donde no la hay ni carguemos negativamente las circunstancias. Si uno tiene un trastorno del tipo que sea, hay que tratarlo y punto. Su existencia no hace a su poseedor mejor o peor; no nos da, pero tampoco nos quita valor. Aprendamos sobre él, seamos abiertos e inteligentes, construyamos. ¿Os imagináis que estuviera vivo Leonardo y le hicieran una entrevista en la tele preguntándole por estas supuestas «taras» suyas? Me imagino su cara de perplejidad cuando contestara: ¿Pero no habíamos venido aquí a hablar de arte?
Impecable tu analisis Carlos. Este Galvez busca el efecto. Cero fundamentos.
Hola, Marcela.
Gracias por tu comentario.
Coincido contigo en que este señor en su charla hizo un análisis superficial y efectista. Normalmente no me habría inmutado, porque tampoco es mi estilo pasarme el día rebatiendo al prójimo, pero conociendo el trastorno bipolar y la influencia que por desgracia ha tenido en mi vida y en tantas vidas, que alguien frivolice con él comparándolo casi con una especie de variabilidad o inconstancia me resulta francamente irritante. Por eso creo que hay que hablar sobre la bipolaridad, para que se conozca realmente lo que es y se deje de jugar con estereotipos absurdos que distorsionan la realidad haciendo que la gente tenga unos conceptos delirantes que lo único que hacen es perjudicar a las personas que sufrimos el trastorno.
Un beso, Marcela.
Hola, yo he leído la biografía de Leonardo y al menos si sospecho de bipolaridad, ya que efectivamente tenia cambios de estado de ánimo bruscos, los cuales se ven reflejados en sus registros y adicionalmente la grandilocuencia muy característica de los periodos maníacos. También la costumbre de dejar proyectos a medio finalizar es otra característica de la bipolaridad. ¿Cómo lo sé? Soy bipolar y he leído libros sobre el tema que van del DSM-5 a «The bipolar disorder survival guide». Sé que uno de los síntomas de la bipolaridad es ver bipolares en todos lados, creo que Leonardo partía sus obras en estados maníacos y las dejaba inconclusas en sus estados depresivos. Muchas de las obras que completó las hizo en muchos años (creo que puede ser que cada cierto tiempo en algun período maniático). Recomiendo el libro Leonardo da Vinci, de Walter Isaacson. Leonardo bipolar y todo era un genio excepcional, y puede que haya tenido bipolaridad ciclotímica que es la más leve, porque si hubiese sido la más fuerte, supongo que estaría documentada alguna excentricidad y a lo mejor no hubiese podido desenvolverse bien en la sociedad. Un saludo y este comentario lo hago con mucho respeto a tu opinión, solo que me da vueltas la teoria que acabo de explicar en la cabeza.
Cuando menciono sus estados de animo en sus registros, me refiero a sus escritos, que a comentaba cosas depresivas, ni siquiera tristes, depresivas, y en otros momentos escribía cosas que eran hasta humoristicas, y la grandilocuencia la veo en una carta que envió para solicitar trabajo a Ludovico Sforza, en donde decía que podia hacer cosas increíbles (que por su genio probablemente las hubiese logrado de alguna manera) pero que hasta el momento de escribir esa carta, no había realizado ninguna cosa de lo que prometía.
Hola, Chris.
En primer lugar, gracias por tu aportación.
Ni se me ocurre discutir contigo porque, sencillamente, tienes muchos más argumentos que yo. Justamente los que pienso que no tenía Christian Gálvez para hacer unas afirmaciones tan gratuitas como las que hizo. Tengo la impresión de que tus conocimientos son mayores que los suyos y además tu experiencia con el trastorno te facilita la interpretación de los hechos.
En cualquier caso, cualquier médico sabe que los diagnósticos retrospectivos, especialmente en lo que concierne a salud mental, son muy difíciles de hacer, salvo que los síntomas sean tan evidentes que canten La Traviata. Y si vivimos en una sociedad que reconoce que puede haber hasta un 4% de la población que se mueve en el espectro bipolar, al final bipolar va a ser hasta mi psiquiatra.
Disculpa la broma.
Un saludo y gracias de nuevo.
Hola de nuevo, Chris.
Insisto en lo que te decía antes (después). Que no es lo mismo dar «datos» que «analizar actitudes» sin demasiado criterio. Yo tengo muchos conocidos que son más «bipolares» que yo (y yo soy un Tipo I, de los que cantan La Traviata poco, pero la cantan), pero a mí no me pillarás con cambios de humor constantes ni con comportamientos impredecibles de esos que hacen a mucha gente decir de otros: «este es bipolar». Porque nosotros sabemos que no son bipolares: son imbéciles, maleducados, caprichosos, estúpidos, histriónicos… condiciones que acertadamente ni el DSM-V ni el CIE-10 consideran como síntomas de este trastorno.
Un saludo y gracias de nuevo por estar ahí.