Dejemos las cosas claras: por si alguien todavía lo duda, sufrir un trastorno bipolar es una mierda frita. Cualquiera que lo padezca lo sabe. Y es que maldita la gracia que tiene estar bien, de repente hacer locuras un tiempo y terminar deprimido durante una temporada más larga aún. Tiene mandanga la cosa.
El pronóstico del trastorno bipolar es muy crudo: se trata de una enfermedad mental altamente discapacitante, crónica, actualmente sin cura y que provoca una pérdida muy elevada de tiempo (a veces años) en la vida productiva de quien la padece.
Yo añadiría de mi cosecha dos cosas que no parecen ser generales en el trastorno, pero que a mí personalmente me ocurren y resultan enormemente fastidiosas: la primera es que mis crisis maníacas son absolutamente imprevisibles, porque ni los psiquiatras más avezados han sido capaces de contenerlas a tiempo (nunca lo han conseguido), y la segunda es que la memoria de los acontecimientos sucedidos durante esas fases maníacas me desaparece en gran medida y no llego a recuperarla pasado el tiempo, por lo que me resulta imposible recomponer mi propia historia de forma coherente, ya que tan solo me quedan retazos de imágenes acompañados a menudo de recuerdos vergonzantes. En fin, una maravilla.
Si eres nuevo en esto de la bipolaridad tampoco te asustes, te diré que no todo es tan terrible y además se acostumbra uno a vivir con ello (hay cosas muchísimo peores, sin duda). De cada crisis se sale —eso sí, tardando siempre un periodo que nos parece una eternidad— y la vida vuelve a empezar de nuevo, a veces literalmente.
Así que, ¡Bienvenido al club! Para bien o para mal somos muchos los que compartimos esta patología de la que hoy por hoy no podemos escapar.Solo nos queda esperar que la investigación trabaje en nuevos fármacos preventivos o se desarrollen los implantes cerebrales (asusta solo pensarlo).
Y da igual lo que pienses, tanto si lo percibes con aceptación y resignación “por algos erá que me está pasando esto”, como si lo percibes como algo negativo “por qué a mi”, “menuda putada gratuita”. La primera postura es, sin duda, mejor para favorecer la aceptación de la enfermedad, pero eso es lo único que cambia, porque el regalito te lo llevas de todas formas. Así que ánimo y piensa que no estás solo. Porque estamos aquí para ayudarte y además seguro que tienes un montón de gente que se preocupa por ti… 🙂
Nota: He escrito este post utilizando la horrorosa o para referirme a los dos sexos. Pero me vais a perdonar que cambie de política en los siguientes. Las razones son muy sencillas: soy editor y me sienta como un tiro maltratar el español de esta manera. Además de eso, los textos que contienen demasiadas o acaban resultando ilegibles. Pero que conste que escribo para todos vosotros, porque ni soy machista ni esta enfermedad entiende de sexos.
Es terriblemente agotador tratar de estar en eutimia,,, además llevo tantos años con el diagnóstico que he perdido muchísimo tiempo en mi vida.
Tenía tantas cosas que quería hacer y cada vez que estoy avanzando, me pasa algo…. Me deprimo y me cuesta muchísimo retomar,, en resumen,,, avanzó un paso y retrocedo dos.
Es terrible saber que sería buena en lo que me gusta,,, pero nunca lo he podido lograr,,, que frustrante…
Hola, Marcela.
No se trata de que nos pongamos a lloriquear, pero lo cierto es que prácticamente nadie ajeno a nosotros sabe lo que significa de verdad lo que tú dices. Lo has expresado perfectamente: cuidar del bipolar que «llevamos dentro» y «tenerlo a raya» para que no se desmadre y nos joda la vida es un esfuerzo verdaderamente agotador. Sobre todo, porque además nunca tienes la garantía de que ese esfuerzo se vea recompensado en absoluto, muchas veces más bien al contrario.
Yo personalmente en cada brote he ido perdiendo cosas, siempre las mismas: pareja, amigos, trabajo. Y nunca he conseguido nada más que salir adelante de nuevo, lo que ocurre es que ahora considero que esa es precisamente mi gran victoria, aunque al principio lo haga un poco más pobre, un poco más triste y un poco más jodido (pero luego se pasa, siempre se pasa).
Quizás después de lo que te acabo de decir te preguntes por qué tengo un blog sobre trastorno bipolar o que quién soy yo para aconsejar a nadie con ese «curriculum». Bueno, en realidad, no pretendo dar lecciones a nadie, solo ideas o apoyo a aquellos que me los piden y en los temas en los que creo que puedo hacerlo, porque lo que yo intento hacer de verdad es compartir: decirte que soy como tú, que paso lo mismo que tú y que, al contrario de lo que piensa algún compañero, creo que esta mierda no se cura y que lo mejor que podemos hacer es aprender a convivir con ella. ¿Y qué significa convivir? Pues nada más y nada menos que seguir en esa lucha diaria de la que tú hablas, aunque te parezca que retrocedas dos pasos por cada uno que das (pero eso no es verdad, es solo una sensación, lo sabes). Porque si eres buena en lo que te gusta lo acabarás demostrando, eso te lo puedo asegurar. Y si algo te puedo decir como «consejo» es que no te pares nunca (entenderás que sé muy bien lo que significa esto y que no te lo digo por decir), que confíes en ti (recuerda que tienes un trastorno bipolar, no «eres» una bipolar) y, por último, aunque quizás te suene raro, te sugeriría que te relajaras, que no te agobies con el tiempo, porque aunque no te lo parezca tendrás suficiente si verdaderamente no pierdes tu propósito (y eso te ayudará a ser constante).
Ojalá volvamos a hablar dentro de algún tiempo y me cuentes cosas buenas:)
Un abrazo.
Carlos.
Hola Carlos. Sí, yo también soy bipolar. Me lo diagnosticaron hace unos 6 años, aunque claramente lo tenía desde hacía 30 años atrás. En su día un psicólogo o psiquiatra, no recuerdo, me dijo que era maníaco depresiva. Pero eran otros tiempos y cuando mi madre se enteró que había huido al médico por depresión me tilmó de loca y esposa. Que se le va a hacer.
Personalmente no he perdido amigos por el camino, aunque estuvo a punto de que rompiera mi matrimonio.
Ahora estoy medicada con el «querido» litio. Y así andamos. Con el he perdido algo necesario para mí vida, y es la creatividad. Cuesta diseñar cuando la apatía se adueña de ti o cuando el camino de creación de alargar días. Pero es lo que hay.
Hecho de menos el subidón de adrenalina pero no la depresión profunda que roza la muerte.
Ahora todo es, en general, llano. Y cuando noto esos cambios que surgen a veces, sin sentido y sin avisar, comienza un duro trabajo interno para que nadie sea afectado. Control, control…
Es lo que hay. ¿Si me gustaría ser «normal»? No, la verdad. No sepas yo. Gracias a mi bipolaridad he vivido y reído como nadie. Lo de la muerte? Episodios que cualquier mortal «normal» puede pasar. Nadie se salva. Hay muchos ciclotímicos sin diagnosticar que rozan la bipolaridad.
El estado mental de cada uno debe de ser aceptado primero por uno. No es un grano que se pueda eliminar pero tal vez sea un privilegio que debemos saber disfrutar.
Hola, Cristina.
Lo de «loca y esposa», como me has aclarado en tu otro comentario, ya suponía que era un error tipográfico. Me parecía un poco difícil utilizar la palabra «esposa» como elemento descalificador 🙂
En cuanto al resto de tu mensaje, ¿qué quieres que te diga?, cada uno vive la bipolaridad a su manera… porque todos somos distintos, como tú bien sugieres.
Sin embargo, a riesgo de que te me enfades (que espero que no) quiero decirte que creo que hay una cosa en la que te equivocas y es en echarle la culpa al litio de tu (presunta) falta de creatividad. Si se tratara de neurolépticos o antidepresivos, por ejemplo, no te diría yo que no fueran responsables, pero puedo asegurarte que al litio le gusta más atacar la función renal que la creatividad. Por eso, en caso de creas que estás sufriendo este problema (que habría que comprobarlo, porque no deja de ser un juicio que haces tú misma y, por tanto, absolutamente subjetivo), te aseguro que las culpables no son esas pastillitas blancas que tan solo sirven para equilibrar tu ánimo. Se me ocurre que puede ser que quizá la dosis no sea correcta, pero en todo caso, como sabes, el litio es un medicamento para regular el ánimo, no la «actividad cerebral», por decirlo de una manera sencilla. Por eso te recomiendo que analices el tema desde otras perspectivas, quizá psicológicas, porque de lo contrario, como decimos por aquí, probablemente le estarás echando la culpa al empedrado, créeme.
Un fuerte abrazo, compañera.
Carlos.