Trastorno Afectivo Bipolar TAB contra Psicosis Maníaco Depresiva

Como probablemente sabes, el TAB o trastorno afectivo bipolar, hasta hace no mucho era conocido como psicosis-maníaco-depresiva. Pero los médicos se esfuerzan para suavizar las cosas y es de agradecer, porque ser un psicótico (o sufrir una psicosis) suena bastante peor que «estar trastornado». Un hallazgo aún mayor fue sustituir por una palabra neutra («bipolar») el amenazante binomio «maniaco-depresivo», que tiene ecos como de asesinato en serie o algo igualmente truculento. Si además colocamos el calificativo «afectivo» ponemos un toque gentil y damos un paso muy eficaz para quitarle hierro al asunto.

En resumen, hemos transformado la expresión psiquiátrico-carcelaria: «psicosis maníaco–depresiva» por la mucho más amable: «trastorno afectivo bipolar». Esto está muy bien de cara al público, así como en la relación médico-paciente y entre nosotros mismos para evitar la estigmatización y para que no nos sintamos tan mal pero, vamos, en esencia ambas son la misma cosa y, de hecho, es fácil que tu médico en la hoja de tu diagnóstico, por la fuerza de la costumbre, haya escrito la primera 🙁

Pero la verdad es que yo no quería hablar de esto… aunque sí me interesa resaltar la importancia de las palabras, porque es evidente que con ellas construimos el mundo. Y es que es obvio que las cosas no son de una manera determinada, sino como nosotros las vemos y las conformamos, la mayoría de las veces mediante la palabra. Los bipolares conocemos muy bien la importancia de la palabra, porque cuando estamos en plena crisis es el único elemento que rompe, si bien de manera fragmentaria, nuestro aislamiento emocional y constituye, por tanto, la única manera de intentar la comunicación con los demás. Quiero decir con ello que en esos momentos en que nuestros sentimientos resultan confusos, indescifrables y difícilmente expresables, es la mayor o menor coherencia de nuestro discurso la que puede servir de orientación a los demás y la que certificará nuestra vuelta a la realidad, es decir, a la normalidad.

Por otra parte, y en relación con la importancia de las palabras, me gustaría hablar de la literatura asociada al trastorno. No me refiero a literatura médica, sino a las descripciones hechas por los pacientes de sus propias vivencias, normalmente durante las fases maníacas, que son las más lucidas a efectos descriptivos. Por lo que yo sé, lo cierto es que no hay demasiados documentos al respecto. Evidentemente, a lo largo de la historia ha habido unos cuantos escritores bipolares (son conocidos los casos de Virginia Woolf, Edgar Allan Poe, Mark Twain, Sylvia Plath, Tenessee Williams, Herman Hesse, Anne Sexton, Friedrich Nietzsche o David Foster Wallace, por citar algunos), pero por lo general no se han prodigado demasiado contando historias sobre su bipolaridad. Eso suponiendo que fueran conscientes de lo que les pasaba, claro, lo que en algunos casos es mucho decir.

Sin embargo, cualquier bipolar podría contar muchas cosas acerca de esos «viajes a través de la consciencia» que constituyen la hipertimia y, sobre todo, la manía. Solo otros enfermos que hayan sufrido crisis psicóticas podrían hacerlo igual, con la diferencia de que en algunos de estos —como es el caso de los esquizofrénicos— el viaje suele ser solo de ida, por lo que difícilmente nos pueden transmitir alguna información fiable (eso no significa que sea siempre así. Hay esquizofrénicos geniales, como el poeta Leopoldo María Panero, cuya sensibilidad, inteligencia e integridad son paradigmáticas).

¿Y qué es lo que podría contar un bipolar? Los que lo somos lo sabemos o podemos intuirlo, claro. Otra cosa es que sepamos expresarlo. Porque no es fácil transmitir ese abanico de sensaciones que van desde la más íntima alegría al horror más absoluto y describir nuestro delirante recorrido por el paisaje que conforman nuestros mitos, traumas, deseos, así como explicar nuestras conexiones y desconexiones mentales y nuestras relaciones con la vida, la muerte, el vacío…

No, no es fácil. Yo reconozco que no soy muy bueno para esto. Pero quizás a ti te apetezca hacerlo y narrarnos tu experiencia. Si lo deseas, aquí tienes tu espacio. Te brindo este blog para que nos cuentes tus vivencias y así participemos todos de ellas. Seguro que nos interesarán. ¡Hasta pronto!

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2 comentarios
  1. Begoña 26/09/2020

    Hola Carlos! Te he escrito un mensaje felicitandote por este artículo y no sé porque no sale público. Un saludo

    Responder
    • Carlos 09/10/2020

      Hola, Begoña.
      En primer lugar, déjame darte las gracias por tu felicitación, te la agradezco un montón.
      He visto que me has escrito varios comentarios. Perdona si no los has podido ver hasta ahora, pero es que los filtro antes de publicarlos porque nunca falta un payaso que dice alguna memez y, la verdad, no me apetece publicársela si es el caso. Pero, como ves, tus comentarios llegan y se publican, no te preocupes. (En ese caso, como escribiste varias veces más o menos el mismo mensaje, únicamente te publico este, pero solo por esa razón).
      Por cierto, te animo mucho a que escribas tus vivencias. Yo decía en mi post que me cuesta hablar de mí mismo. Quizás es porque me resulta demasiado doloroso recordar y por eso prefiero mirar hacia el frente…
      Un beso fuerte, Begoña, gracias de nuevo ¡y adelante con tu propósito!

      Responder

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